El 4 de diciembre de 1977 millones de andaluces salieron a la calle reclamando con ilusión y alegría el poder político propio que les permitiera salir de la histórica situación de marginación y dependencia. Un pueblo, una nación salió a las calles demostrando ante propios y extraños que tenía derecho a existir frente a tantos agravios, mentiras, manipulaciones... La clase obrera andaluza y el conjunto de sectores populares despertaban luchando al amanecer de un nuevo día después de la larga y cruel noche del franquismo. Pero aquel día, las calles de Málaga se tiñeron de sangre, el joven trabajador Manuel José García Caparrós cayó asesinado por las balas disparadas por las fuerzas de seguridad del Estado. Nadie fue nunca ni juzgado ni castigado, el crimen quedó impune gracias al pacto de silencio que sellaron aquellas fuerzas políticas “responsables” que ya veían cercana su instalación en las instituciones del nuevo régimen monárquico español.
Esas mismas fuerzas políticas que tan de izquierdas y andalucistas se declaraban, al mismo tiempo que trataban de calmar la rabia popular por el asesinato del joven Caparrós, estaban ya pactando con los restos del régimen franquista las nuevas parcelas de poder que iban a ocupar. Al año siguiente, en 1978, firmaron el llamado Pacto de Antequera, por el cual la autonomía andaluza quedaba ligada a como quedara la Constitución española, es decir, ya se estaba negando a Andalucía como hecho nacional y, como no, el derecho a la autodeterminación. Más tarde, y ante las pretensiones del Gobierno español de no reconocer siquiera constitucionalmente la singularidad nacional histórica de Andalucía, el pueblo andaluz demostró que no iba a permitir tal agravio, por eso, el 28 de febrero de 1980 nuestro pueblo votó mayoritariamente acceder a la autonomía por la vía del artículo 151 de la Constitución española, pero aquel referéndum fue utilizado por determinadas fuerzas políticas para justamente afianzar el nuevo régimen monárquico español en Andalucía, haciendo creer falsamente que la autonomía conseguida iba a resolver los históricos problemas de los trabajadores y sectores populares andaluces. No fue así, el Estatuto de 1981 certificó que la marginación y la dependencia iban a continuar porque así le interesaba a la gran oligarquía imperialista española.
Hoy, 33 años después, tenemos que decir con tristeza que esta no es la Andalucía por la que García Caparrós murió. Estos momentos en los que el sistema capitalista atraviesa una crisis brutal nos hacen ver con claridad la tremenda inutilidad de las actuales instituciones autonómicas andaluzas. El que estas instituciones hayan sido totalmente incapaces de promover, por ejemplo, una caja única andaluza que captara los ahorros de los andaluces y promover el desarrollo económico propio nos da la medida de lo poco que valen, no hablamos de una medida utópica ni de una medida izquierdista, sino de algo perfectamente realizable aquí y ahora. Pero, hoy como ayer Andalucía está a la cola en número de parados, en desarrollo económico, en infraestructuras sociales, etc. Hoy como ayer nuestro medio ambiente es salvajemente maltratado, nuestro territorio está militarizado por la bota de tres ejércitos: el español, el británico y el norteamericano; y hoy como ayer, nuestras señas de identidad siguen siendo objeto de burla, risa y manipulación.Y todo ello ocurre porque hoy como ayer al gran capital español le interesa una Andalucía marginada, dependiente, ridícula y sumisa.
Pero hoy, justamente como hicieron ayer, debemos levantarnos como dice nuestro himno. El actual marco autonómico está agotado, no da para más, en realidad, nunca dio para mucho. La gran oligarquía imperialista española tiene entre sus planes el acabar incluso con las autonomías, desean una administración directa desde Madrid, como en épocas pasadas, sin intermediarios autonómicos, para el gran capital español el actual marco autonómico sobra y así se lo han hecho saber a Zapatero. Ante ello debemos reaccionar, pero no para defender un régimen autonómico inútil, sino para construir un poder obrero y popular soberano en Andalucía, para construir esa Andalucía verdaderamente libre: la Andalucía socialista. Es el momento de unir fuerzas, es el momento de tener alturas de miras, hay que unir las fuerzas de todos aquellas organizaciones, movimientos sociales y personas que entiendan que la solución a nuestros problemas pasa por ejercer el derecho a la autodeterminación y crear unas instituciones nacionales verdaderamente libres y soberanas puestas al único servicio de la clase obrera y los sectores populares andaluces.
Construir una Andalucía libre, de hombres y mujeres libres, poseedora de sus recursos, sin bases militares de los imperialistas, solidaria con los pueblos amantes de la libertad y la paz, donde ningún trabajador sea ilegal, una tierra de acogida, respetuosa con nuestro medio ambiente, no debe ser ni una utopía ni un sueño inalcanzable, sino una meta política real por la que hay que luchar y a la que debemos aspirar aquí y ahora.
la verdadera democracia no es elegir politicos si no elegir las leyes yla unika lucha obrera es la lucha armada es la hora de las armas viva la clase obrera gora euskaditad askatasuna .emilioborroka
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